La dificultad de ceder el manejo del negocio por parte de un padre a su, o sus, descendientes es una realidad que se percibe en la mayoría de las pymes familiares. Nos encontramos con gerentes cuyas iniciativas, en muchos casos, son estériles debido a que en última instancia la decisión la tiene quien, no estando al mando de cara al público, es el responsable último en la empresa. La situación es bien complicada: un gerente interactuando con el medio sin decisión, y un decisor sin interacción con el entorno.
En muchos casos es usada la excusa de: “lo siento, me parece interesante, pero a mi padre no le gusta esto”. Cabe la posibilidad de que sea una larga cambiada para deshacerse de la cantidad de vendedores que llamamos a diario a las puertas de las empresas, y lo entiendo. Pero en otros muchos casos la frase refleja la realidad de quien mueve los hilos desde la trastienda. Y entonces me pregunto: ¿Cuántas oportunidades se escapan a diario por que el que decide no tiene una percepción real de lo que pasa, o necesita su empresa? Porque si el gerente está interesado, es que lo necesita. En cuanto a lo que nos concierne, todas las empresas, absolutamente todas, necesitan gestión financiera. Y ésta no se limita a la contabilidad o los impuestos. ¿O es que en una empresa, por ser pequeña, no se toman decisiones que implican gasto, inversión, ingreso, cobros o pagos, etc.? Todos los días. Y yo sé cómo el padre decisor toma las decisiones: en base a sus treinta o cuarenta años de experiencia en el tajo.
No me malinterpretéis, me quito el sombrero ante esto. Este padre, y los miles de pequeños empresarios como él, son los que sostienen este país. Pero precisamente por eso hay que buscar continuamente la mejora. Eso de que siempre lo he hecho así y me ha ido bien hasta hoy no vale. Porque el entorno es cambiante. Y la diferencia entre superar las nuevas circunstancias, o no, estará en el acierto de las decisiones que se tomen. ¿En base a la experiencia? Es un grado, como todos sabemos, pero no es 100% fiable ante situaciones nunca vistas. ¿Se acude a la contabilidad, que proporciona información pasada, para afrontar situaciones futuras? La contabilidad nos dice cómo estamos y cómo hemos llegado aquí, pero hay que estudiarla e interpretarla para que nos ayude a llegar donde tenemos previsto. Si no tenemos marcado el objetivo a alcanzar, se acaban tomando decisiones basadas en la intuición, en lo que se cree mejor en ese momento, sin visibilidad alguna de sus consecuencias.
Se necesita planificación, presupuestos, mediciones, control, políticas, procesos, estrategias… Toda esa palabrería de los economistas que, en una empresa carente de gestión financiera profesional, se tiene pero de manera informal, que hay que formalizar para que pase de ser un freno a aportar resultados, y ser así mejor que la competencia. En definitiva, innovar y conseguir eficiencia y productividad.