Si hay una palabra que define el tiempo que estamos viviendo, con este maldito virus que lo está alterando todo, es incertidumbre: “falta de seguridad, confianza o certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud”. No se puede decir mejor.

No sabemos de dónde ha salido, no sabemos cuándo llegó ni cuándo piensa irse, no sabemos cómo tratarlo ni si tendremos vacuna pronto, y, el motivo de este post, no sabemos las consecuencias que va a tener.

En el corto plazo ya lo estamos viendo: empresas y negocios cerrados, desempleo a mansalva, gasto público disparado, crisis económica encima nuestra como la espada de Damocles, amenazando con cortarnos a todos la cabeza. Nada podemos hacer los autónomos y empresarios para cambiarlo.

Pero hay que trabajar ya en el medio y largo plazo. Mis clientes y yo estamos revisando y rehaciendo todos los presupuestos para adaptarlos a la situación, haciendo asunciones sobre la evolución del escenario económico y tomando las decisiones pertinentes, adaptando cada negocio a lo que pensamos que va a ser la “nueva realidad”. Esto no elimina la incertidumbre, pero la reduce a términos manejables, planteando diferentes escenarios con diferentes soluciones a los mismos. El presupuesto es la herramienta básica de gestión de cualquier negocio, y ahora más que nunca hay que apoyarse en él para que arroje un poco de luz en este panorama tan negro.

El primer golpe del coronavirus nos ha cogido desprevenidos. No permitamos que los siguientes golpes, que seguro van a llegar, hagan lo mismo.